UNIDAD 6

 

PREHISTORIA E HISTORIA ANTIGUA DE ESPAÑA

 

A. TEXTO

En la extensa fase prehistórica española destaca un primer e importante yacimiento que nos habla de algunos de los primeros pobladores de Europa. Se trata de Atapuerca (Burgos), que ha incorporado a la tipología humana un nuevo homo, el antecessor. Este tipo, del que se hallaron numerosas evidencias, dataría de hace 780.000 años.

 

Más cercanos en el tiempo, las cuevas de Altamira representan la catedral del arte rupestre. Sus pinturas de animales (ciervos, bisontes, etc.) son de un realismo sobresaliente y en línea con el rupestre del sur de Francia. Estamos ya ante un hombre que genera una fuerte cultura material.

 

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PINTURAS DE ALTAMIRA

 

Ya en la recta final de la prehistoria debemos hablar de Tartessos, un pueblo del que la literatura clásica hace numerosas referencias. Situado en Andalucía occidental, en torno al Guadalquivir, establecieron una cultura contemporánea de las colonizaciones fenicias y griegas. De economía agrícola, ganadera y minero-metalúrgica, llegaron a establecer un poderoso control de la región. Su presencia data de los siglos iniciales del primer milenio antes de Cristo, perdiéndoseles el rastro a partir del siglo VI a.C. Restos como el tesoro del Carambolo (pectorales, brazaletes y otras joyas y cerámicas) nos dan idea del esplendor de Tartessos.

 

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IMAGEN PECTORAL TESORO CARAMBOLO

 

En ese primer milenio antes de Cristo tienen lugar las colonizaciones prerromanas: griegos, fenicios y cartagineses. Ninguno de ellos, sin embargo, tuvieron más interés en el territorio que el de comerciar. Así, las fundaciones de ciudades se pueden considerar los puertos estratégicos desde los que llevar a cabo sus propósitos. Desde Tiro y Sidón llegaron los fenicios, asentados en el sur de España y fundadores de Cádiz en torno al año 1100 a.C. De su presencia en esa ciudad nos quedan muchos restos, destacando dos magníficos sarcófagos antropoides semejantes a los del museo de Beirut. Tras ellos, los griegos se asentaron en el levante peninsular. De su influencia en la zona contamos con muchas evidencias. Probablemente transmitieron a los habitantes peninsulares los modos de trabajar la cerámica, los metales, etc., así como su propio alfabeto. Los últimos en llegar fueron los cartagineses, que ya sí ejercer cierto control de la región. Su presencia se hace mayor al tiempo que asciende y se extiende Roma. El control del comercio mediterráneo y las disputas con el imperio emergente (Guerras Púnicas) provocaron su asentamiento tanto en la costa como en el interior peninsular. La explotación de las minas, la fundación de ciudades como Cartagena (Cartago Nova), o los restos materiales de su civilización nos hablan de la presencia cartaginesa en la península. Probablemente esta presencia esté ligada a la desaparición de Tartessos.

 

 

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ESPAÑA BAJO DOMIANCIÓN ROMANA

 

Pero, sin duda, la importancia de Roma es la mayor. Desde el 218 a.C. coincidiendo con el inicio de la segunda Guerra Púnica, y hasta el 19 a.C. se extiende el proceso de dominio y control de toda la península ibérica. Se somete el territorio a un control y planificación riguroso. La romanización afecta a todos los aspectos de la vida: la política, la economía, la cultura, etc.

 

Los romanos llamaron a  Hispania a la península, y dividieron el territorio en provincias (Tarraconensis, Bética y Lusitania). Las ciudades, ya existentes o de nueva creación, cobraron un inusitado esplendor. Las construcciones de infraestructuras (calzadas, acueductos, puertos...) y de edificios públicos (foros, basílicas, templos, teatros...) transformaron el territorio y lo incorporaron al imperio en calidad de colonia privilegiada. Desde aquí se exportaban productos del campo (cereales, vino, aceite), de la minería (oro, plata, cobre) y de una incipiente industria artesanal (salazones y garum, una apreciada salsa de pescado). En otro orden, también podríamos considerar aportaciones peninsulares al imperio la contratación de bailarinas gaditanas por las clases altas romanas, o ser la patria de algunos de sus principales personajes, como el mismo emperador Adriano. A cambio, éramos importadores de productos manufacturados. Roma, como gran bazar del mundo conocido, vendía a la península productos de todo el imperio.

 

 

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ANFITEATRO DE MÉRIDA

 

El idioma, la legislación, el arte y el urbanismo, la religión o las costumbres romanas formaron un poso fundamental de toda la cultura española, que no se puede entender sin el fundamental sustrato que nos legó.


B. BIBLIOGRAFÍA

Bendala Galán, M. 1991. De la protohistoria a la conquista romana. Rialp, Madrid.

Blázquez, J.M. 1996. España romana. Cátedra, Madrid.

Domínguez Ortiz, A. 2000. España, tres milenios de historia. Marcial Pons, Madrid.

García de Cortázar, F. y González Vesga, J.M. 1994. Breve Historia de España. Alianza, Madrid.

Martínez Ruiz, E., Maqueda, C. y Diego, E. 1999. Atlas Histórico de España I. Istmo, Madrid.


C. DOCUMENTOS

Sobre la romanización de Hispania

Con la prosperidad del país les llegó a los turdetanos la civilización y la organización política; y, debido a la vecindad, o, como ha dicho Polibio, por el parentesco, también a los celtas, aunque en menor medida, porque la mayoría viven en aldeas. Sin embargo los turdetanos, en particular los que habitan en las proximidades del Betis, se han tornado por completo al carácter de los romanos y ni siquiera recuerdan ya su propia lengua. La mayoría se han convertido en latinos y han recibido colonos romanos, de modo que poco les falta para ser todos romanos. Las ciudades mixtas que se fundan en la actualidad, como Pax Augusta entre los célticos, Emérita Augusta entre los túrdulos, Cesaraugusta junto a los celtíberos y algunos otros asentamientos, muestran a las claras la transformación de los citados modos de vida. Todos los iberos que muestran este cáracter son llamados estolados, y entre éstos se cuentan incluso los celtíberos, que antaño fueron tenidos por los más fieros de todos.

Estrabón, Geografía (60 antes de Cristo -21 después de Cristo)