UNIDAD 13


HISTORIA DEL ARTE ESPAÑOL (II)


A. TEXTO


Barroco. Desde finales del XVI y hasta entrado el XVIII es el tiempo del barroco, un arte distinto, original, más humano. Sus ansias de movimiento, de emotividad, de voluptuosidad lo humanizan. La expresión del sentimiento, del estado de ánimo, se hacen piedra en edificios civiles (utilizados como propaganda real) y religiosos (frutos de la contrarreforma católica), pero también, y cada vez más, en los suntuosos palacios de una burguesía pujante.  

La arquitectura barroca no inventa elementos nuevos, pero combina de los que dispone con total libertad para conseguir unos efectos deslumbrantes. La piedra, el mármol, el ladrillo o el estuco, en arcos de todo tipo, fachadas onduladas, columnas salomónicas y un exceso de ornamentación reflejan un dinamismo desconocido. El Transparente de la Catedral de Toledo, la fachada de la Universidad de Valladolid o el Obradoiro de la Catedral de Santiago de Compostela contienen estos elementos.

La escultura, repartida en varias escuelas, tiene la característica particular de estar trabajada en madera policromada: la imaginería. La de carácter religioso se impondrá a la civil. La espiritualidad estará presente en todas sus obras, bien encontrada en la belleza serena de la escultura andaluza o bien en el realismo desgarrador de las tallas castellanas. Martínez Montañés, Alonso Cano, Juan de Mesa o Pedro de Mena serán los nombres propios del momento.

 

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LAS MENINAS, VELÁZQUEZ

En pintura, de la misma manera, también contamos con una importantísima nómina de autores. Sobre los magistrales Zurbarán, Ribera o Murillo destaca Velázquez, sevillano universal y cumbre de la pintura española de todos los tiempos (“Vieja friendo huevos”, “El aguador de Sevilla”, “Los borrachos”, “Las lanzas”, “La fragua de Vulcano”, “La Venus del espejo”, “Las Meninas”,  “Las Hilanderas”, o los retratos reales y de personajes de la Corte).

Neoclásico. El cambio de dinastía que se opera en España tras la muerte de Carlos II trajo consigo la introducción, de manos de los Borbones, de la nueva estética clasicista. Aún tardará algunos años en echar raíces, pudiéndose datar las primeras manifestaciones en los últimos años del reinado de Felipe V y durante el gobierno de Fernando VI. De ahí en adelante el neoclasicismo se desarrollará a lo largo de casi un siglo. La preocupación real por la propagación de un arte “oficial” queda de manifiesto en la creación de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en 1752.

Muchas son las obras y muchos los arquitectos que trabajan en este periodo. La nueva arquitectura debía procurar un espacio habitable a los ciudadanos. El urbanismo, la creación de una ciudad cómoda, limpia, ornamentada y sana cobró carta de naturaleza. Son los años de la colonización de Sierra Morena y Nueva Andalucía con pueblos salpicados sobre el camino real de Andalucía. Aparecen otras poblaciones como la de la Isla de León (Cádiz), y se acometen importantísimas obras públicas como el Canal Imperial de Aragón, o el de Castilla. Villanueva, Ventura Rodríguez o Sabattini están en primer lugar en esa larga nómina de arquitectos.

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EL 2 DE MAYO DE 1808, Mamelucos

En escultura, sin embargo, el peso de la tradición de la imaginería, o de madera policromada, mermó el desarrollo de una auténtica obra escultórica clásica. Ejemplos de lo que hubo pueden ser las fuentes de La Cibeles o el Neptuno, ambas en Madrid.

Pese a la existencia de otros nombres (los hermanos Bayeu, Antonio Aparicio, José de Madrazo, Juan Antonio Rivera), sobresale el de Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828). Su obra trasciende los límites mismos del neoclasicismo y preconiza el resto del siglo XIX español. Maestro de maestros, genial pintor de corte, excelso grabador y sorprendido y sorprendente testigo de su época. Goya nos legó una obra ingente entre la que destacan “Los desastres de la guerra”, “Los caprichos”, “La maja vestida”, “La maja desnuda”, El cacharrero”, “El quitasol”, “Cristo crucificado”, “Los duques de Osuna y sus hijos”, “La familia de Carlos IV”, “El dos de mayo de 1808” o el famosísimo “Tres de mayo de 1808”.

Arte contemporáneo. Desde el neoclasicismo hasta acá los movimiento artísticos se suceden rápidamente, introduciendo nuevas soluciones y materiales frente al gusto cambiante de artistas y público. Romanticismo, realismo, los ismos pictóricos o la nueva y espectacular arquitectura de autor jalonan un sinfín de interesantes movimientos artísticos. Sería complicado resumir la enorme creatividad de nuestros artistas en unas pocas líneas. El lector interesado deberá acudir al abundante patrimonio artístico que estos últimos siglos han generado. De Juan Gris a Miró, pasando por Picasso, Gaudí o Dalí. Sus obras están en el recorrido urbano de las principales ciudades españolas, sobre las paredes de nuestros museos. Nos permitiremos unas breves notas de un arquitecto, Gaudí, y un pintor, Picasso.

 

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LA SAGRADA FAMILIA DE GAUDÍ

Hablar de Antoni Gaudí es hablar del máximo exponente del modernismo de Cataluña. Su obra impregna toda la región y la dota de un sello propio y distinguido. Evolucionado desde los “neos” de final de siglo, llega al pleno modernismo aportándole su visión particular, su mirada de enamorado de la naturaleza, su hacer original, personal e inclasificable. No en balde, siete de sus obras están inscritas en el catálogo del patrimonio de la humanidad. El estilo “gaudí” es patente en el parque, los pabellones o el palacio Güell, en El Capricho (Comillas, Santander), en el Palacio Episcopal de Astorga, en las casas Calvet, Vicens, Batlló o Milá. Y como no, en su obra suma, la Sagrada Familia de Barcelona, aún inconclusa.

Picasso, junto al resto de la nómina de extraordinarios pintores nacionales del siglo XX, sitúa de nuevo a la pintura española a la vanguardia. Fundador de innumerables movimientos, tanto su extensa y prolífica obra (más de dos mil pinturas) como sus incursiones en distintos estilos hacen de él un artista completo que influirá decididamente en pintores y obras del siglo.  Quizás la faceta más reconocible del pintor malagueño sea la de cubista, lo que no impide ver un Picasso rotundo en su periodo azul, rosa o africano, o en el decidido surrealismo de su madurez creativa. De ellas nos deja, y valgan sólo como ejemplos, desnudos, mitologías, retratos y autorretratos, bodegones, personajes diversos, etc. Nos quedamos, sin embargo, con “El Guernica”, encargo hecho por el gobierno de la República para el pabellón de España en la Expo de París. De entonces acá se ha convertido en un monumental alegato contra la irracionalidad de la guerra.

 

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EL GUERNICA

B. BIBLIOGRAFÍA

Abrantes, R., Fernández, A. y Manzarbeitia, S. 1999. Arte español para extranjeros. Hondarribia, Ed. Nerea.
Romero, M.V., Quintanilla, E. 1998. Para ver y para hablar. 50 obras de arte español. Pamplona, Eunsa.
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Caso González, J.M. 1971. Los conceptos de Rococó, Neoclasicismo y Prerromanticismo en la literatura española del siglo XVIII. Universidad de Oviedo.
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VV. AA. 1997. Historia del Arte, 4 volúmenes, colección dirigida por Juan Antonio Ramírez, Madrid, Alianza.

 

C. DOCUMENTO

A través de la consulta de la página que se propone, estudie los grabados de la serie “Los desastres de la guerra”, de Goya, e insértelos en su contexto, la Guerra de la Independencia, dentro de la historia contemporánea de España.
http://goya.unizar.es/INFOGOYA/OBRA/DesastresIcn.html